Corren tiempos complicados para la educación. La celeridad de una sociedad
cambiante, los nuevos avances en tecnologías, el alocado ritmo de vida de los
adultos, entre muchas otras cosas, están provocando que dejemos de lado uno de
los pilares primordiales de cualquier sociedad que se aprecie: la educación.
Nuevos tecnicismos como la neuroeducación o el ciberbulling han llegado a los
hogares para quedarse y, con ellos, una amalgama de estrategias y condicionantes
que influyen en la nueva educación. Términos como «escucha activa», «cortisol» o
«secuestro de la amígdala» están a la orden del día, conceptos que se desconocían
hace relativamente poco y que han cambiado la manera de enseñar, de educar.