Durante milenios, el territorio que hoy llamamos Perú fue habitado por diversidad de pueblos, con diferentes culturas, lenguas y creencias que configuraron formas de organización únicas y originales.
Numerosas guerras e invasiones marcaron la destrucción de ciudades enteras, la desaparición de cultos o la imposición de unos sobre otros.
Dioses mayores y menores, ancestros y héroes fundacionales recibieron cuantiosas ofrendas, solicitaron cruentos sacrificios, emitieron oráculos, acudieron en auxilio de sus fieles o ignoraron sus pedidos ante una naturaleza fiera y agresiva.
Dioses que fueron vistos por los conquistadores europeos como demonios, y que siglos después cayeron en el olvido. ¿O no?