La autora pone en valor en esta publicación la necesidad de que los centros docentes eduquen con EQUIDAD y con CALIDAD. Es un reto ambicioso, sin duda, el que tienen ante sí la sociedad y el entorno educativo, pero es la única vía para lograr personas íntegras, responsables, críticas, participativas, respetuosas, creativas y capaces de vivir en sociedades democráticas, en las que cada uno es protagonista de su futuro.
Los centros han de ser capaces de atender al conjunto del alumnado que se forma en ellos, con todas sus peculiaridades, en cualquier circunstancia y en instituciones donde convivan todos. Cuantos profesionales trabajan en educación deben asumir el planteamiento inclusivo para educar a todo el alumnado, a TODO, en la misma escuela, respetando sus diferencias y promoviendo sus capacidades. La educación inclusiva no consiste en no exigir, sino en mantener altas expectativas para todo el alumnado, estableciendo los variados caminos que pueden recorrerse para alcanzarlas.
Para todo ello, la presente monografía facilita estrategias y explica los cambios que deben producirse en la organización de los centros y en la evaluación, tanto del alumnado como del centro y de la función docente.