No se podrá avanzar en el conocimiento sobre la independencia si no se emprende de una vez el estudio de la concatenación del proceso peruano con los ocurrido en ambas orillas del Atlántico, con su articulación con los procesos desde la Nueva España hasta Charcas, con el análisis de las múltiples coyunturas de la crisis colonial, con el objetivo explícito e implícito perseguido por los diversos actores en los diferentes espacios regionales del país [...] y si no se medita sobre el significado de 1821 en la densa y tortuosa experiencia del Perú de los siglos XIX a los albores del XXI. Todo lo anterior supone contar con un marco teórico para pensar el conjunto del sistema colonial, tema lastimosamente abandonado en el diván de los recuerdos de nuestros historiadores, los de ayer y mucho más los de hoy. Los análisis históricos no debieran seguir la comparsa de las efemérides, pero si no existe una alternativa, por lo menos debiera esperarse que el próximo Bicentenario no sea el pretexto para una nueva autocomplaciencia sino para el balance serio y profundo de los obstáculos que aún impiden las promesas que en vilo encerró la gesta de 1821